El virus del moquillo canino es fatal para el 80% de los cachorros infectados y el 50% de los perros adultos que lo contraen.
Los síntomas incluyen: congestión de los pulmones, secreción nasal, ojos vidriosos, tos, pérdida de peso, vómitos y diarrea.
Conforme la enfermedad avanza, ataca al sistema nervioso, a menudo causando una parálisis parcial o completa y convulsiones.
La enfermedad es altamente contagiosa. Los perros pueden contraer el virus por el aire, por contacto directo con la orina, las heces o las secreciones de los perros infectados y por contacto con perreras, ropa de cama, juguetes, u otros objetos que pueden tener el virus.
Algunos científicos veterinarios estiman que prácticamente todos los perros que viven en su primer año de edad, han tenido contacto con el virus en algún momento. El Moquillo es tan frecuente y los síntomas son tan variados que cualquier perro joven enfermo debe ser llevado a un veterinario para un diagnóstico definitivo.
La mayoría de los casos del moquillo se da en los perros de menos de 6 meses de edad y que no habían sido vacunados rutinariamente. Una vez que el perro está infectado, no hay cura. El tratamiento es únicamente de soporte, es decir, se administran líquidos para prevenir la deshidratación y los síntomas se tratan, pero la enfermedad debe seguir su curso. Los perros que se recuperan de moquillo pueden desarrollar: almohadillas de las patas endurecidas, la nariz con pieles, problemas de visión o del sistema nervioso durante toda su vida. Además de estas consecuencias, los cachorros también pueden tener dientes manchados, al resultar atacado el esmalte en desarrollo.
El moquillo se puede prevenir mediante la vacunación rutinaria, ante cualquier duda siempre debe consultarlo con su veterinario.